domingo, 30 de septiembre de 2012

Raices Prehispanicas




La música indígena mexicana prehispánica no era solamente pentatónica, como se ha afirmado, sino que sus características estructurales (melódicas, rítmicas, prosódicas, tímbricas) variaban según la región y la lengua autóctona, entre las diversas culturas que componían el México antiguo. Como se desprende de los hallazgos y estudios arqueomusicológicos de los últimos cincuenta años, el panorama musical precortesiano es mucho más complejo de lo que supusieron los tratadistas clásicos. Es notorio que, por ejemplo, la noción de escala musical no existía en México, sino más bien tonalidades que se desprendían de modos tradicionales de habla, tomando en cuenta que la mayor parte de las lenguas nativas mexicanas eran lenguas tonales; muchas de las que hoy sobreviven lo siguen siendo, por ejemplo las diversas lenguas de origen Maya, o bien el Hñähñu o el Porhépecha. De esta manera, cada caso peculiar merecería un análisis propio, en vez de una generalización sistemática.

Se ha dicho, por ejemplo, que las piezas vocales eran monódicas, a veces antifonales, pero los conceptos de monodia y antífona son ajenos a las culturas mexicanas prehispánicas. Como ilustración, valga decir que algunas "melodías" presentes en lenguas autóctonas, se entonan por "colores" o "timbres" de una sola voz (los oratorios tzeltal son sólo un ejemplo). Se ha dicho también que tales piezas se transmitían por tradición oral, sin embargo se ha probado que algunos instrumentos como el teponaztli mexica se empleaba como auxiliar para la memorización, algo que también ocurre hasta hoy con diversos instrumentos de percusión entre los pueblos maya.

Por otra parte, es indudable que este repertorio y otras piezas no vocales, tenían un empleo muy variado en ceremonias, de guerras, así como en fiestas y juegos, con sentido poético y amoroso.

Entre los Aztecas o Mexica, la música se enseñaba junto con la danza en las escuelas denominadas cuicacalli ('casa del canto'). Los instrumentos musicales se guardaban en el mixcoacalli ('casa del dios del fuego').


Un análisis musicológico del ritual mexica no puede prescindir de la noción original de integridad que se observa en el arte prehispánico. La música, la danza y la poesía fueron consideradas como un todo dentro de la práctica azteca. Se incluía en sacrificios, penitencias, ofrendas, ingestión de alucinógenos (péyotl, nanácatl) y otros tipos de hierbas.

Los rasgos más característicos de la política musical azteca, son los privilegios civiles, como la exención de tributos de la que gozaban los músicos profesionales, y las jerarquías que ocupaban en los templos.

Los artistas, aún cuando recibiesen honores y riquezas, formaban parte del servicio doméstico de los señores.

Los músicos recibían un mecátl o cordel distintivo (de donde viene la palabra americana mecate (del nahuatl mecatl, cordel), que portaban en la cabeza, colgando las puntas encima del pecho.

Heredaron por línea directa el instrumental tolteca (por ende teotihuacano) asimilando el legado de las culturas contemporáneas de toda Mesoamérica.




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